Hay pocas cosas tan hipnotizantes como un diamante recién pulido que brilla de manera espectacular con cada mínimo movimiento. Cuando recibiste esa pieza de joyería nueva con su precioso diamante, esperabas que ése brillo no se perdiera jamás. Pero conforme usas tus piezas, van recolectando todo tipo de agentes que pueden ir opacando los diamantes.
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Los diamantes son imanes naturales para la grasa, por lo que no es fácil mantenerlos limpios. Cuando se manipula un diamante, los aceites de los dedos se adhieren a la superficie del diamante y afectan su brillo. Y limpiar una pieza de joyería como los diamantes puede parecer algo intimidante, pero hay básicos que debes saber antes de pensar en hacerlo tú. Aquí te damos los consejos básicos para limpiar tus diamantes.
Si la limpieza es por mugre de cosméticos o agentes comunes como aceite, grasa, polvo, crema, maquillaje o perfume, una simple limpieza en casa le devolverá el brillo. La mejor manera de limpiar los anillos de diamantes es hacer una solución con agua tibia (casi caliente) y jabón para lavar platos. Remoja el anillo durante unos 20 a 40 minutos, cepilla suavemente la piedra con un cepillo de dientes muy suave y luego enjuaga con agua tibia. Deja que termine de secar con el aire o usa una franela muy suave para terminar.
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Para que tu joyería se vea mejor, procura limpiarla una vez a la semana. Eso es suficiente para mantener a raya el aceite y la acumulación de mugre diaria, dependiendo de cómo y cuánto usas estas piezas. Si es diario, como tu anillo de compromiso, te sugerimos una vez a la semana. De igual manera, siempre es bueno llevarlo a un joyero de confianza aproximadamente dos veces al año para una limpieza profesional y revisión de calidad de la montura.
Nunca se debe usar blanqueador de cloro o limpiadores abrasivos al limpiar joyas de diamantes. Los productos químicos como el cloro pueden dañar algunos de los metales utilizados para alear el oro para engastes de diamantes y pueden rayar el oro y otros metales. Tampoco uses otro tipo de productos abrasivos como pasta de dientes, bicarbonato de sodio o limpiadores en polvo, que pueden rayar fácilmente los metales, especialmente el oro.
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Las monturas o engastes frágiles, como las puntas más viejas en las joyas antiguas o un engaste de tensión donde el diamante se mantiene en su lugar por la presión del vástago, no se deben tocar ni pulir vigorosamente. Debes mantener mucho tacto y paciencia al limpiar para evitar cualquier ruptura. Después de pasar el cepillo de dientes, simplemente enjuaga con agua y sécalas con un paño suave que no suelte pelusa. Asegúrate de no trabajar sobre un fregadero o cerca de una coladera donde si llega a caerse no sea imposible de rescatar.
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