Poznan: así contribuyó esta monumental ciudad polaca al final de la Segunda Guerra Mundial

2022-11-03 16:45:49 By : Mr. Guanglin Wang

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Plaza de la ciudad vieja de Poznan

Marc Solanes y Cristina Tallón

A medio camino entre Berlín y Varsovia, Polonia esconde una de sus joyas menos conocidas por el turista. Poznan es la capital de la región conocida como Wielkopolska (Gran Polonia) y presume de tener una intensa vida universitaria que la sitúa entre las capitales más pobladas del país. De hecho, de entre sus universitarios, más concretamente tres matemáticos, dieron desde Poznan el primer paso para acabar con la Segunda Guerra Mundial. Pero las batallas y estallidos de bombas en esta ciudad a orillas del río Varta no son sólo una cuestión de su pasado más reciente. Los historiadores coinciden en situar aquí el nacimiento de la nación polaca.

Mieszko I, considerado el primer príncipe conocido del país, gobernó a finales del siglo X y convirtió el país al cristianismo, proclamándose duque de Polonia. Junto a su hijo, Bolestao I, conquistaron territorios para alzar la dinastía de Piast y crear Polonia. Sus cuerpos se encuentran enterrados en la catedral de Poznan, ubicada en Ostrów Tumski. Un paseo por esta isla, situada al noreste de la ciudad, y nos encontraremos con más de una sotana. Aquí la mayoría de edificios con los que topará el visitante son eclesiásticos. Está considerada la zona más antigua de Poznan y caminando por sus empedradas calles, además de la catedral también se podrá observar el palacio arzobispal o iglesia de la Santísima Virgen María, construida en el siglo XV

Situada en un punto clave de rutas comerciales, en sus tierras se asentaron comerciantes y artesanos. Pero su ubicación estratégica también hizo de ella un territorio en disputa, convirtiéndola en el centro de las luchas por la independencia a comienzos del siglo XIX, tras la ocupación del ejército prusiano, que se anexionó la ciudad durante más de 100 años. Llegó a formar parte del imperio alemán en 1871, pero la historia volvería a sacudir sus fronteras para ganar de nuevo la independencia tras la Primera Guerra Mundial.

Su casco histórico atesora el esplendor económico de otras épocas. El centro neurálgico se organiza en torno a la plaza del Mercado Viejo. En ella se ubica el Ayuntamiento, cuya arquitectura está repleta de elementos que recuerdan al renacentismo italiano, huella de su construcción en el siglo XIII bajo las órdenes del arquitecto Giovanni Batista Quadro. A las doce del mediodía los turistas se concentran observando atentamente su fachada. No lo hacen exclusivamente para recrearse en las filigranas renacentistas que la decoran, sino que permanecen atentos al reloj del que saldrán las figuras de dos cabritos para darse cabezazos mientras dure la hora en punto.

Las casas de la plaza del Mercado Viejo fueron reconstruidas tras la Segunda Guerra Mundial

La plaza la rodean casas burguesas con fachadas coloridas y estrechas. Durante su construcción en los siglos XV y XVI, las viviendas no podían ser más profundas ni anchas que los puestos de venta que formaban el mercado. Actualmente, la estrechez que sorprende al visitante es sólo una apariencia. Los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial en la ciudad, que destruyó la plaza en un 90%, redujeron los edificios a escombros. Con su reconstrucción se alzaron fincas más anchas, pero se decidió conservar su aspecto exterior original.

Como muchas otras ciudades polacas, Poznan estuvo bajo la ocupación alemana y sufrió los efectos devastadores de la Luftwaffe, la aviación de guerra de los nazis. Además de poner la metralla, Hitler también puso el ojo en otra construcción que aún hoy se conserva: el castillo real, que desde entonces pasaría a llamarse castillo imperial. En los planes del Führer estaba convertir este espacio, considerado la última residencia imperial construida en Europa, en vivienda oficial del régimen. Lo que Hitler no sabía es que donde planeaba establecer otro de sus espacios de recreo para él y los suyos, décadas antes se había sembrado la semilla que haría al dictador perder la Segunda Guerra Mundial.

Durante el periodo de entreguerras, el castillo albergó la facultad de Matemáticas de la Universidad de Poznan. Sus matemáticos crearon en 1919 una sección de criptografía que seguiría desarrollando estudios, aunque por entonces no podían ni intuir que los mismos marcarían el devenir de la siguiente guerra mundial. En pleno conflicto bélico, el ejército nazi comenzó a utilizar la máquina Enigma, inventada curiosamente también en 1919 y destinada durante esos primeros años a cifrar mensajes comerciales, para encriptar sus comunicaciones. Romper su código se convirtió en una cuestión primordial para los aliados.

En el imaginario colectivo, al que mucho ha ayudado Hollywood con la película Descifrando Enigma, los criptoanalistas británicos de Bletchley Park, entre los que destaca Alan Turing, se encargaron de la proeza matemática que supuso desenmascarar este código compuesto por millones de combinaciones que se modificaban cada 24 horas. Pero las labores para conocer los mensajes que era capaz de trasladar Enigma comenzaron en 1931 con la creación en Poznan de Biuro Szyfrów, la oficina de cifrado formada por un coronel, ingenieros, profesores y los tres estudiantes de matemáticas más brillantes del curso: Marian Rejewski, Henryk Zygalski y Jerzy Różycki.

Enigma, la célebre máquina destinada a cifrar mensajes, utilizada durante la Segunda Guerra Mundial

Marian Rejewski creó la bomba Rejewski, una invención electromecánica que probaba combinaciones hasta dar con la correcta. Fue él quien acabó descifrando por primera vez uno de los mensajes de Enigma, aunque para entonces todavía no había adquirido la complejidad que acabaría desarrollando con su uso militar al servicio del nazismo. Cuando las tropas alemanas invadieron Polonia, Rejewski y su equipo se exiliaron en Rumania y desde allí huyeron a París, pasando a formar parte de una unidad de decodificación con matemáticos franceses, polacos y españoles.

Fue precisamente en Francia donde Alan Turing conoció los trabajos que se habían venido desarrollando en Poznan. A partir de las investigaciones que habían realizado sus colegas, se empeñó en mejorar el método polaco para acabar creando la bomba Turing con la que finalmente interceptaron los mensajes de la armada alemana. Algunos historiadores coinciden en señalar que las informaciones descifradas evitaron que la guerra se extendiera al menos durante dos años más.

Pese a que en la gran pantalla no aparecen personajes polacos y las alusiones a la aportación de Polonia en Descifrando Enigma son prácticamente inexistentes, Poznan sí ha querido recuperar el trabajo febril de sus héroes matemáticos. A escasos metros del castillo imperial se puede visitar el Centro de Cifrado Enigma, un museo interactivo dedicado no sólo a las tareas que se realizaron en torno a Enigma, sino a toda la historia de la criptología.

Aún hoy la ciudad conserva su prolífera facultad de Matemáticas, que un día acogió a estudiantes tan ilustres como Marian Rejewski, y su universidad sigue atrayendo a jóvenes de otros puntos de Europa. De los 530.000 habitantes que tiene, no es casualidad que uno de cada cinco sea universitario. Con una ajetreada vida juvenil, no es de extrañar que sus calles presenten una animada actividad diaria de ocio y oferta cultural que se combina a la perfección con unos precios más que atractivos para el visitante. 

Poznan rinde homenaje a los tres ilustres estudiantes que colaboraron en descifrar Enigma

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